
Un nuevo capítulo se abre para la Universidad Católica en su participación en la Copa Sudamericana, marcado por un cambio de estadio que ha sacudido la planificación del club. La institución cruzada, luego de haber enfrentado una serie de inconvenientes logísticos, ha tenido que buscar alternativas para recibir a Palestino en un duelo crucial que se llevará a cabo el próximo 4 de marzo.
La decisión de cambiar la sede del partido, inicialmente programado para realizarse en el Estadio Sausalito de Viña del Mar, se debió a la negativa de las autoridades locales.
Esto obligó a los directivos a actuar rápidamente y presentar un nuevo planteamiento a Conmebol para poder jugar en el Estadio Francisco Sánchez Rumoroso en Coquimbo. La aprobación de esta nueva sede ha sido asegurada gracias a la colaboración con la municipalidad local, pero este cambio conlleva una serie de responsabilidades financieras que Universidad Católica deberá afrontar.
De acuerdo con las normativas establecidas por Conmebol, el traslado de un partido a más de 50 kilómetros del estadio original implica un pago a la entidad de al menos 7,000 dólares.
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Esta suma está destinada a cubrir costos operacionales relacionados con la modificación de la sede, así como gastos logísticos y eventuales visitas de inspección. Este tipo de situaciones no son inusuales en el entorno del fútbol sudamericano, donde las regulaciones son estrictas y cada detalle cuenta.
Además de la compensación a Conmebol, Universidad Católica tiene la obligación de reembolsar a Palestino por los gastos adicionales que puedan surgir a consecuencia de este cambio de sede. Los clubes visitantes tienen un plazo de 30 días para solicitar la compensación correspondiente por los costos en los que hayan incurrido debido a esta modificación.
Estas exigencias no solo añaden presión financiera sobre el club, sino que también complican la planificación de un torneo que debería ser enfocado en el rendimiento deportivo.
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